Como mencioné en la entrada "Quién es Dios", El Todopoderoso constantemente trata de relacionarse con nosotros. Al igual que hace muchos siglos y a través de los profetas cuando El le hablaba a su pueblo elegido y su pueblo le escuchaba y le obedecía (no siempre), en la actualidad Dios sigue buscando esa relación con las personas, con su pueblo, definitivamente Dios se nos da a conocer a través de su Iglesia pero esta búsqueda constante de Dios por estar presente en nuestra vida no se queda allá puesto que Dios es un Dios cercano a nosotros, es un Dios personal y al mismo tiempo comunitario. El día de hoy me voy a enfocar en la relación de Dios con los hombres a nivel personal.
Hoy en día vivimos en un mundo en el cual difícilmente tenemos momentos largos de reflexión, de oración. Vivimos rápidamente, al día, todo queremos que sea al instante, con tantas cosas en la cabeza: estudios, trabajo, amigos, familia, actividades extra y a causa de esto muchas veces olvidamos esa búsqueda que Nuestro Señor hace todos los días por encontrarse con nosotros. No dejamos que Dios trabaje en su taller, ese taller tan perfecto donde reina la paz, el amor, la felicidad, ese taller que cambia nuestra vida, que nos hace mejores, ese taller en donde nos encontramos con Dios: el silencio.
Es triste observar que la gente le tiene miedo al silencio, no nos gusta el silencio, si vamos en el coche enseguida prendemos el radio, si estamos haciendo ejercicio llevamos nuestro ipod, si estamos acostados también estamos viendo la televisión, incluso en los momentos de oración muchas veces estamos pensando en otras cosas. En fin apenas nos encontramos en silencio tratamos de que éste acabe, nos incomoda, no nos gusta.
Por esta razón muchas veces El Señor no se puede comunicar con nosotros, la mejor manera de escuchar a Dios y qué es lo que quiere de nosotros es haciendo silencio tanto exterior como interior. El silencio es sumamente importante en la vida de las personas, en el silencio es en donde podemos darnos cuenta de nuestros errores, es donde podemos encontrar soluciones a nuestros problemas, donde Dios nos habla y nosotros le podemos escuchar y por consiguiente donde encontramos la verdadera paz y la verdadera felicidad.
Tratemos a partir de este tiempo de vacaciones tener momentos diarios de silencio exterior e interior, olvidarnos unos momentos de los problemas, de nuestros proyectos, apagar nuestros artículos electrónicos y solamente querer escuchar a Dios y qué es lo que El nos quiere decir. Aseguro que si hacemos esto diariamente y en varias ocasiones frente al Santísimo nuestra vida será un poco mejor cada día y nuestra relación con Dios y con nuestro prójimo crecerá cada día más.